Servicios Google/Mujeres en la Red
Nota del Editor:
Reflexivo y profundo final de la autora, es una verdad histórica que la liberación ha de ser de la humanidad y no del hombre o la mujer, cuando en el siglo pasado se empezó a tener conciencia de la integridad hombre mujer, ambos género tomaron conciencia y cerraron filas en la lucha por la liberación de la humanidad, entonces hizo su asomo el “feminismo” que pretendió marginar a los hombres. Muchos nos replegamos, la hostilidad de algunas líderes feministas nos impidió continuar, afortunadamente, las cosas comenzaron a cambiar unas tres décadas después, pero la reintegración de los hombres ha resultado lenta en esta etapa. El feminismo tambien incitó el machismo, desencadenando una lucha de género en la que desgraciadamente las mujeres han llevado la peor parte, otro aspecto negativo es la propaganda de que se valen algunos vivos para pescar en mal revuelto y sacar beneficios económicos separando la humanidad en dos bandos, cuando en realidad ellas son nuestras madres, abuelas, esposas, hermanas, tías, hijas, nietas, sobrinas etc… Mientras ellos; la otra parte, que en modo alguno puede considerarse opuesta, sino más bien yuxtapuesta, toda vez que en la misma proporción somos hijos, nietos, esposos, padres, hermanos, cuñados, etc. No puede existir un género sin el otro, esta claro que existe entrambos una tácita interdependencia, en la reproducción, lo emocional, y hasta logística, aspecto este en que hay cosas adecuadas para cada género. El problema es socioeconómico, político y encima de ello como se destaca en el artículo: la religión cuenta. Un día vendrá que los hombres protestarán por la discriminación de sus mujeres en el trabajo, las profesiones; sobre todo en lo del salario. La Clave es el amor. El Amor al prójimo o prójima, que es la forma universal de amar, ella es tu prójima, el es tu prójimo. (MI)
Casi sin darnos cuenta, Con amor y con dolor, nos hemos adentrado y, de alguna forma, participado en esa excavación colectiva de la Historia, de la que hablábamos al comienzo. A la sombra del gran árbol, quería-dos contemplarlas por un instante e intentar reconocerlas tras sus camuflados disfraces y parapetos. Sentimos necesidad de conocer y re-conocer nuestro pasado, de saludar y entender a las que nos precedieron, de dialogar con ellas y de recuperar nuestra historia. La acogemos como una parte de nosotras mismas que nos antecede y nos pertenece.
Aunque es verdad que la historia de las mujeres, en su inmensa mayoría, la tengamos que leer en la «historia privada», la «historia cotidiana», etc. cercanas a la casa, a lo habitual y común de la vida y reflejada en no muchos rostros concretos, sin embargo, no podemos contentamos en esta limitación sanable; podemos y debemos caminar hacia adelante, porque aún queda mucho por desempolvar y encontrar. Los archivos, las ciudades y mil objetos ocultan materiales interesantes «de» y «para» las mujeres. Seguro que muchos «anónimos» serán irrecuperables, pero otros podríamos descubrirlos tras variadas capas e incluso sepultadas en el polvo y el olvido.
Es cuestión de concienciación; de paciencia, de ánimo, de responsabilidad y de solidaridad en el trabajo colectivo.
Las mujeres de hoy vamos adquiriendo rápidamente una mayor conciencia de nuestra precaria situación, conciencia que, como veíamos, nos viene de lejos, y sentimos la urgencia de la liberación,. Pero los movimientos liberadores no parten de la nada; una historia, que se traba lentamente, les antecede siempre. Nosotras somos conscientes de que la historia de las mujeres, aunque se va desvelando y vamos excavando en ella, sin embargo, aún permanece oculta porque ha sido borrada, tergiversada o/y interpretada únicamente por tos varones, no siempre sensibles a los problemas femeninos y muy alejados de los horizontes que a éstas conciernen. Tenemos un «gran fondo» común, es cierto, pero, a menudo, desconocido, y este desconocimiento nos resta operatividad.
Las mujeres no queremos continuar en esta situación ahistórica o antihistórica, pues «es precisamente, el poder de la opresión lo que priva a los pueblos de su historia». Urge la reinterpretación y el rescate de la memoria histórica, que nos irá conduciendo hacia una mayor y más verdadera conciencia de nuestra identidad, hacia una real auto compresión femenina, grupal y comunitaria que, a la vez, nos aleje de los esquemas androcéntricos, ampliamente interiorizados entre nosotras durante siglos.
Una experiencia que nos fortalecía en la convicción de que las mujeres, en esa gran marcha de la Humanidad que es la Historia, no estamos solas. Sostenidas y anticipadas por tentativas anteriores, nos sabemos solidarias en éxitos y fracasos, en las decepciones y logros ya intentados y realizados Por otras. Participamos de ese «gran fondo común» que es nuestra historia y a la hora de continuar el trabajo de liberación sabemos que tuvimos predecesoras y tratamos de dar continuidad a lo que de alguna forma ya ha comenzado.
Al adentramos ahí conocemos mejor situaciones que nos despiertan y, sobre todo, sabemos que es posible otorgar una conciencia nueva y liberadora a lo que entonces se hizo, pero sobre todo nos otorga una conciencia comunitaria, un sentido' de pertenencia y responsabilidad ante la situación de hoy que nos interpela y llama. A la vez nos ayuda a descubrir el presente, nos otorga sabiduría para discernir y caminar con las mujeres del mundo entero, en redes solidarias y, especialmente, con las más oprimidas y las más pobres del planeta. Solamente desde la justicia, desde el sentirnos formando una única Humanidad, podemos intuir y construir el futuro.
Existen muchos grupos de mujeres, cada día crecen y se adhieren más y más desde todos los rincones del mundo; desde todos los credos, razas, situaciones y convicciones... También se suman varones, convencidos de que la liberación es conjunta; de que mientras no se liberen las mujeres, tampoco ellos serán libres; de que el modelo anterior de «varón» y/o de «fémina» está ya caduco y obsoleto.., y además daña positivamente a unos y a otras.
Es esta cadena, ya, como un gran pañuelo multicolor que va cubriendo la Tierra y bajo el que se van cobijando cada día rostros nuevos; es un lugar de diálogo, reconciliación y encuentro que repercute en la Naturaleza y en la Humanidad entera transformándolas, haciendo así más habitable nuestra Tierra. Es como una gran excavación solidaria, empeñada en la reconstrucción colectiva de una Humanidad nueva, en la que todos y todas cabemos en el trabajo; en la que todos los obreros y obreras, pasados y presentes, son necesarios y necesarias.
Como las raíces de un gran árbol que ellas, nuestras antepasadas, nunca vieran pero que ya comienza a dar una sombra misericordiosa y crece hacia el futuro.
Final.
martes, diciembre 11, 2007
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