
Un comité de expertos de la Universidad de Chicago, dirigido por Stacy Tessler Lindau, ha estudiado durante un año las costumbres sexuales de más de 3.000 personas (1.550 mujeres y 1.455 hombres) de edades comprendidas entre los 57 y los 85 años.
En este estudio, publicado en The New England Journal Magazine, tres de cada cuatro (un 73%) adultos entre 57 y 64 años confesaron ser sexualmente activos, o sea, que habían mantenido algún contacto sexual durante los 12 meses anteriores a la entrevista.
En la franja de edad que va de los 65 a los 74 años, la cifra se reduce a un 53% y entre los 75 y los 85 años el porcentaje cae hasta el 26%. Dentro de este último grupo, la mitad de los ancianos reconoció practicar sexo con una frecuencia de dos o tres veces al mes.
En la Tercera Edad, el coito y el orgasmo pierden su protagonismo en beneficio las caricias íntimas y de prácticas como la masturbación o el sexo oral, aunque estos también varían según la edad. Así, el 58% de los adultos entre 57 y 64 años afirma seguir practicando sexo oral, frente al 31% de edades comprendidas entre los 75 y los 85 años.
Desinterés sexual
En el mismo estudio, la mitad de los consultados afirmó tener algún tipo de trastorno sexual. Un problema común a hombres y mujeres es la falta de interés en el sexo, que afecta al 43% de ellas y al 28% de ellos.
En este estudio, las mujeres se mostraron menos activas sexualmente que los hombres: 40% de actividad femenina frente al 78% masculino. Sin embargo, en los encuestados con pareja que se mostraron sexualmente activos, la principal razón argumentada para no tener relaciones sexuales es la salud del hombre: 40’3% ellos y 63’2% ellas.
Entre los problemas sufridos por los hombres de entre 57 y 85 años están la dificultad para alcanzar y mantener la erección (37%), la eyaculación precoz (28%), la falta de orgasmos (20%) o la ansiedad durante el acto sexual (27%). Las mujeres mayores, por su parte, cuentan entre sus trastornos la dificultad para lubricar (39%), la imposibilidad de alcanzar el clímax (34%) o el dolor durante el coito (17%).
Pese a estas altas cifras de trastornos, los hombres y mujeres de la Tercera Edad son reacios a consultar sus problemas sexuales con especialistas: sólo el 22% de las mujeres y el 38% de los varones había hablado de sexo con su médico a partir de los 50 años. Estos datos preocuparon especialmente al equipo de investigación, ya que, como afirma Stacy Tessler Lindau, “los problemas sexuales pueden ser un signo de alerta o la consecuencia de enfermedades de base serias como la diabetes, una infección, problemas urogenitales o cáncer”.
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