martes, mayo 20, 2008

Mujer del cuadro de 22 millones es trabajadora social

El mundo, Es./Servicios Google
MARTÍN MUCHA
Lucian Freud pintó a Sue Tilley, como es su estilo, con trazos anchos, gruesos y humanos. Hacía los bocetos como hipnotizado. Sue se mantenía en la misma postura durante varias horas. Lucian la llamaba cariñosamente Big Sue y con esas palabras amables se sentía reconfortada. Cuando acababa la sesión, Sue se vestía, cobraba su paga -unos 5 euros la hora, entre 25 a 30 al día- y regresaba a su pequeño apartamento de tres ambientes. Durante el camino recibía, de vez en cuando, un par de improperios por sus casi 100 kilos. Una mujer de costumbres. Una simple oficinista que, entonces y ahora, no esperaba gran cosa del mundo. Mucho menos algún tipo de reconocimiento.
Sue Tilley(51 años) posó para el cuadro durante nueve meses. (Foto: Cavan Pawson).

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Después de la subasta de Christie's, celebrada el miércoles 14 de mayo, el nieto de Sigmud Freud se convirtió en el pintor vivo más cotizado. Un comprador anónimo pagó 33,6 millones de dólares (casi 22 millones de euros) por la obra titulada Benefits supervisor sleeping. Nunca antes se había pagado una cifra similar por otra obra de un autor que aún respirase. El récord anterior pertenecía al no menos idolatrado Jeff Koons (15,2 millones de euros).

En la pintura se ve a una mujer gorda desnuda. Se exageran las marcas de celulitis en su piel. Con su mano derecha se toca un seno. El sillón sobre el que ella está echada es viejo, con flores desgastadas. Ella parece dormida. Ella es Big Sue.

Al día siguiente, su imagen llenaba todos los periódicos del planeta. Algunos especularon con que la modelo era una vieja bailarina de striptease que Freud (Berlín, 1922) conoció en una correría nocturna. Falso parcialmente.

La tímida Sue temblaba cuando tuvo que posar por primera vez para el artista. "Al principio tenía muchos nervios. Luego me acostumbré. Hubo un tiempo en que me pasaba todo el tiempo durmiendo", revela. La verdad es que Freud la conoció por intermediación de Leigh Bowery, una artista del transformismo (también modelo de muchas obras del pintor). En 1982, Sue trabajó para Bowery en el nightclub Taboo. Aunque su labor era administrar la caja, de ese episodio de su biografía proviene el rumor.

Aunque ha tratado de cambiar de profesión -es autora de un libro de 319 páginas sobre Leigh Bowery, la artista antes citada, que tuvo poco éxito- se ha dedicado a lo mismo durante las últimas décadas. A los 51 años, es supervisora de bienestar social (Benefit supervisor, cargo que da título a la pintura). Su oficina está en la calle Dinamarca, Candem Town (Londres). Luce una placa que le dieron como homenaje por cumplir las bodas de plata en su puesto de trabajo. En ese tiempo pocas veces ha cambiado su rutina. De casa al trabajo, del trabajo a casa.

Ecepto en 1995, cuando comenzó a posar para Lucian Freud. Lo hizo durante tres días a la semana, por al menos nueve meses.

¿Qué piensa Sue de la astronómica cifra pagada por su retrato? "Veo el cuadro, pero no me reconozco en él. Sé que soy yo, pero no me encuentro. Lo que realmente me importaba era la experiencia, el dinero no fue lo que me motivó". Ella admiraba a Freud y quería estar cerca de él. Se convirtió en testigo de excepción de uno de los artistas contemporáneos más importantes. Se entretenía mirándolo. "Saber cómo iba completando cuatro obras a la vez. Cómo se transformaban cada vez que iba a su estudio".

Freud llegó a pintar al menos tres retratos de Sue. Durante el tiempo en que los fue preparando, ella iba a cenar con él, escuchaba sus historias y conocía a la gente que él pintaba. Sue tiene una serie de tatuajes y sólo en una de las pinturas se muestran. La oficinista le preguntó la razón. "Son demasiado vulgares", le respondió Lucian.

¿Por qué la escogió? Algunos críticos dicen que por su particular fealdad. Otros por su tipo de gordura. Los más eruditos citan a Rubens y sus modelos. Ella responde: "La mayoría de la gente piensa que soy más bella en persona -lo es- y eso pasa con cualquiera que sea retratado por él. Hasta las delgadas lucen extrañas en su obra", asegura al diario inglés The Guardian. En el retrato de Kate Moss, vendido por cinco millones de euros, la modelo luce irreconocible. Su belleza quedó aplastada por los trazos duros y sombríos de Freud.

La respuesta de su elección se podría hallar en una de las citas más famosas del pintor: "Pinto personas. No por lo que quisieran ser, sino por lo que son". Así, no hace retratos por encargo. Y no acepta interferencias. Ni de la reina de Inglaterra. El cuadro de Isabel II, quien posó en interminables sesiones, tiene una expresión de desolación. Fue duramente criticado. Incluso insultado. Lo dejo igual.

La trabajadora social siguió con atención la subasta del cuadro la noche del miércoles. En plena crisis inmobiliaria global, la venta había suscitado una expectativa inusitada. Los diarios de todo el planeta comentaron la noticia sobre el récord de Freud. Ella pensaba otra cosa. La gorda Tilley. La mujer de los cuchicheos, la mujer paquidérmica, del rostro dulce, ha pasado a la historia por su imagen en un lienzo. Sue. Ella es Big Sue.

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